Tuesday, May 12, 2015

Hugo Moldiz: policías que fueron a la cárcel volvieron a la Policía



El tema que marca más la preocupación de los ciudadanos bolivianos actualmente es, sin duda, la seguridad ciudadana. Series de secuestros, asaltos, agresiones sexuales o casos particulares que causan un impacto emocional generalizado impulsan dicha alarma. El ministro de Gobierno, Hugo Moldiz (HM), explicó a EL PAÍS EXPANSIÓN NACIONAL (EP), las medidas que se han asumido frente a ese desafío. La respuesta estatal a las sonadas manifestaciones delictivas abarcan desde la adquisición de tecnología investigativa hasta una profunda reforma policial.

EP.- En Tarija como en las principales urbes bolivianas se habla, y hasta podría decir que se advierte, un incremento de la delincuencia y la inseguridad. ¿Se ha evaluado a qué niveles llega tanto cuantitativa como cualitativamente ese incremento?
HM.- Aún no disponemos de un sistema geo referencial que permita identificar, seguir, estudiar el comportamiento del delito. Así podríamos, sobre bases científicas, no sobre grados de especulación, por bienintencionados que sean, concluir si hubo un salto exponencial de inseguridad ciudadana. No tenemos una base científica que nos permita decir que esto no ha crecido que se mantiene en promedios más o menos normales; ni decir que se incrementó exponencialmente.
Este déficit de georeferenciación del comportamiento del delito impide a la Policía identificar con precisión lugares, tipos de delitos por lugar, modus operandi, etc. La Policía no tiene un sistema único de información, un sistema único de estadística para estudiar el delito. En parte esto será resuelto desde dos perspectivas: primero, la puesta en marcha del AFIS (Sistema de Identificación Automático) criminal. Inicialmente será dactilar, palmar y gesticular; y, en un segundo momento, vocal, genético (ADN) y ocular. Con ello será más fácil identificar la comisión de un delito, a quien cometió el delito y realizar su persecución y procesamiento. El AFIS criminal se complementará con otras plataformas biométricas, hasta llegar a una multiplataforma biométrica para la rápida identificación del delito y los delincuentes.
Lo segundo es la puesta en marcha de un observatorio de seguridad ciudadana que ya fue creado, pero que no disponía de los medios técnicos para funcionar adecuadamente. Hoy tenemos ya en implementación el SIO SEC. Es un sistema único de almacenamiento de datos, pero no de números fríos, sino de características de la comisión del delito que nos va a permitir precisamente la georeferenciación. Ello porque no es lo mismo cómo se opera un atraco en un barrio residencial a uno realizado en un barrio de clase media o popular. Por ejemplo, la Policía colombiana logró disminuir la intensidad de varios delitos identificando en determinados barrios los horarios en los que se cometían esos hechos.

EP.- ¿Hasta cuándo se prevé construir la multiplataforma biométrica?
HM.- La primera fase del AFIS la tendremos en junio y confío en que terminemos la segunda fase hasta junio de 2016. Y prevemos que se complete la multiplataforma biométrica hasta el año 2019 y que nos coloque tecnológicamente a la par de muchos países del primer mundo.

EP.- Pese a no haber esos datos, ¿cómo interpreta esa sensación que la población tiene sobre los actuales casos de violencia en Bolivia?
HM.- El neoliberalismo está universalizando y transnacionalizando cada vez más el delito. Está incorporando incluso modus operandi que eran desconocidos en el país y que constituye una especie de “transferencia de tecnología” de Brasil, Perú, Colombia… de países con altísimos niveles de inseguridad ciudadana y criminalidad. No estoy hablando mal de esos países, todos sabemos que es lo está ocurriendo.
Bolivia no es ajena a ese proceso de globalización que nos trae cosas buenas, pero también malas. Por algo se han definido como nuevas amenazas globales la trata y tráfico de personas, el tráfico de armas, de órganos, el narcotráfico y otros delitos conexos. Tienen ramificaciones con otros delitos menores que terminan tributando a esos delitos mayores, y Bolivia no es una excepción.
En segundo lugar, hay una descomposición institucional y moral de quienes están llamados a combatir el delito: la Policía, la Fiscalía y Órgano Judicial, es decir, los tres operadores de la justicia. Quiero remarcar, recalcar, que en estos tres operadores de la justicia hay gente absolutamente proba, idónea, comprometida con su profesión y con vocación de servicio al país. Pero, no podemos negar que se ha logrado contaminar la práctica de cada uno de estos tres operadores de la justicia. Por lo tanto, ponen en vigencia, más que nunca, la necesidad de una revolución en la justicia.

EP.- ¿Puede citar algunos ejemplos precisos de esa contaminación?
HM.- Tenemos policías de los que, en el poco tiempo que estoy de Ministro, me enteré de que han sido detenidos y sentenciados, y luego fueron reincorporados a la Policía. No hablo de procesos administrativos, sino procesos penales. Ellos entraron a la cárcel y, cuando salieron, los volvieron a reincorporar a la Policía. No hablo de uno, sino de varios casos.
Esto refleja a una institución frágil, capaz de ser penetrada por el delito, capaz de ser afectada moralmente por individuos de esta naturaleza. Por tanto, ponen en entredicho si esa Policía que tenemos hoy corresponde, en términos de filosofía, política, estructura orgánica, no sólo al Estado Plurinacional, sino al siglo XXI.

EP.- Podemos decir entonces, como varias voces, que se halla enquistada en estructuras arcaicas y no se quiere mover de ahí. La Policía se apega a una autonomía que huye de visiones humanistas. No quiere relacionarse con el poder civil ni la tecnología, y se basa en el modelo de las viejas comisarías. ¿Es así?
HM.- Exactamente, es una lógica de los años 60 y 70. Por lo tanto, es una lógica autoritaria, vertical, militarizada. Y a estos tres operadores de la justicia, si no reaccionan pronto, les va a pasar lo mismo que a los partidos políticos en el periodo 2003 - 2005: su desmoronamiento será inevitable porque la propia sociedad, que tiene mecanismos intuitivos para salvaguardar su vida, va a terminar abriendo camino para transformar radicalmente a cada uno de estos tres operadores de justicia, si es que ellos no lo hacen. Porque hoy tenemos policías con antecedentes penales que han vuelto a la Policía. Tenemos policías que mantienen una relación carnal con el delito, que saben quiénes son los delincuentes y dónde operan. Pero, muchas veces hacen pactos delictivos y que cobran una suerte de “impuestos” por dejar que las cosas sigan como están. Claro, de cuando en cuando, dejan que algún delincuente caiga porque es una forma de legitimar su propia existencia.

EP.- ¿Los hallamos en todas las estructuras y jerarquías de la Policía?
HM.- En todas. Los casos de los generales (Oscar Hugo) Nina y (René) Sanabria nos muestran cómo se aprovecharon de su situación institucional para cometer delitos. Unos lo hacen a gran escala, otros a mediana escala y otros a baja, pero hay eso. Pero, reitero, hay policías honestos en todos los niveles que están pidiendo a gritos salvar la institución policial.
Es en ese contexto que nos planteamos la reforma de la Policía como objetivo institucional, la idea es tener en 5 años una nueva Policía.

EP.- ¿Qué características tendrá ese proceso de transformación policial? ¿Cómo se prevé superar intentos similares que han fracasado desde hace 15 años?
HM.- Va desde cambiar los mecanismos de preselección, los contenidos, la currícula, los exámenes…porque desde ahí viene el negocio. Aparecen manos oscuras que enturbian desde el proceso de admisión a la Policía.
En términos de la Policía, yo no he encontrado más que declaraciones, bienintencionadas todas, de producir cambios; lo que no encontré son planes, estrategias, acciones. Yo las voy a presentar públicamente. Ya tengo acabada la ruta crítica que, concentrándose en lo estratégico, no abandone la coyuntura. Le voy a decir a los medios y a la población, porque quiero que sean quienes nos presionen para su cumplimiento, metas, objetivos y acciones por año.
La Policía precisa más de 5 años para cambiar, pero nos hemos propuesto hacerlo en ese lapso. Y eso es bueno porque la gente ya no aguanta más. Ya no aguanta a este tipo de Policía ni a este tipo de Fiscalía. Y habrá que destacar las recientes acciones y ajustes que está realizando el Fiscal General. Donde no veo que haya capacidad de reacción hasta ahora es en el Órgano Judicial, pero yo creo que van a ser arrastrados por esta lógica de cambio.

EP.- ¿Cuentan con algún asesoramiento de expertos que vengan de países donde se han realizado exitosas transformaciones de la Policía?
HM.- Hay dos aspectos del plan que estamos ejecutando: hasta hace unas tres semanas han estado trabajando dos equipos simultáneamente y por separado: uno de policías, los más destacados, y un grupo de civiles expertos en seguridad. Han ido trabajando en definir la ruta crítica de la reforma policial. Y luego ambos grupos, que seguirán trabajando en paralelo, tienen algunos espacios de articulación. Ya se han enfocado en una sola ruta crítica que ya está terminada para revisión del Ministro de Gobierno, y para luego echarse a andar.
En medio de ese proceso, realizaremos un seminario internacional en Santa Cruz, este mes, que recupere las experiencias positivas de reforma policial. Podríamos ver Ecuador, Colombia, Nicaragua y, en parte, El Salvador. Constituirá el punto de arranque de la reforma policial.

EP.- Entonces se avanza hacia un modelo en el que la seguridad es responsabilidad coordinada de policías y poder civil sin imposiciones ni sumisiones. Las reformas en Colombia y Ecuador apuntaron a eso, ¿no es cierto?
HM.- Sin duda, la participación de lo civil, de la ciudadanía es vital en todo eso. Una vez que tengamos el plan iniciaremos una gran campaña nacional para que la gente nos acompañe, para que los gobiernos locales y subnacionales nos acompañen, independientemente del color político, y también de los medios.

EP.- ¿Qué hay de quienes se opongan y hasta saboteen esa reforma?
HM.- Seguramente seguiremos enfrentando resistencias internas, no sólo pasivas, sino acciones de sabotaje, acciones para hacernos pisar el palito y que caiga la reforma y el Ministro. Pero existe la firme convicción de acelerar algo que estamos seguros de que la gente quiere.

EP.- En este ya virtual tránsito de la ruta crítica hubo algunos aciertos con capturas de algunos importantes delincuentes. Por ejemplo, el violador en serie acá y casos similares en el interior. ¿A qué obedecen esos éxitos?
HM.- Soy muy obstinado y no dejo de presionar. En todo lado, desde la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico hasta la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen he encontrado policías que quieren salvar su institución y valoran su compromiso con la sociedad. Y en el Ministerio hay un equipo de colaboradores que compartimos ideales y objetivos.

EP.- Entonces podemos confiar en que una sus obsesiones sea el caso de nuestro compañero Cristian Osvaldo Mariscal…
HM.- Sí, sí. Yo cuando identifico que surge un caso fuerte presiono de inmediato, pero también sé que tengo casos que se vienen arrastrando desde el pasado. Uno de ellos es el caso Cristian así como también el caso Zarlet. Trabajaremos y esperamos tener resultados en los próximos meses para esos casos que se han convertido en referentes no positivos de la Policía.



“Seguramente seguiremos enfrentando resistencias internas, no sólo pasivas, sino acciones de sabotaje, acciones para hacernos pisar el palito y que caiga la reforma y el Ministro. Pero existe la firme convicción de acelerar algo que estamos seguros de que la gente quiere”

“Pero, reitero, hay policías honestos en todos los niveles que están pidiendo a gritos salvar la institución policial. Es en ese contexto que nos planteamos la reforma de la Policía como objetivo institucional, la idea es tener en 5 años una nueva Policía”

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